31 enero 2021

Una bifurcación en el camino (sobre deshielos y otras cosas)


Cuando empecé a escribir en este blog, hace ya muchos años, mi universo personal estaba constituido por una gran cantidad de hielo en proceso de fusión. Esa fue la premisa inicial para comenzar a escribir y publicar aquí.


El tiempo pasó y el universo, como todo buen universo que se precie, fue modificando su forma y substancia. Todo fluye, decía Heráclito, y mi vida no fue menos. El tiempo hizo que, poco a poco, cada vez me resultara más complicado escribir sobre un hielo que era ya pasado. Y las publicaciones se fueron espaciando. El mundo cambió y mi vida también. Otras circunstancias llamaron mi atención, otros proyectos ocuparon mi tiempo y yo me olvidé de este espacio de deshielo.


Fue hace poco que volví a sentir que algunas de mis antiguas inquietudes seguían ocupando un espacio en lo más profundo de mi mente. Necesitaba gritar ciertas cosas que ya no tenían que ver con el hielo pero sí con el espíritu y el fondo de este blog que nació como espacio de expresión personal de aquella parte de mi yo más absolutamente irracional.


Y aquí estoy de vuelta, decidida a retomar el camino de este blog porque aunque ya no soy la misma que lo inició sigo siendo parte de él.

27 enero 2021

En el camino

“Una armonía invisible es más intensa que otra visible” Heráclito de Éfeso.


Sucedió un día que el hielo se hizo agua y bebí. Y quise bailar bajo la lluvia sin saber todavía que el agua se volvería un bien escaso. Anudé mis recuerdos a uno de mis dedos y me encomendé a un sol que amenazaba, abrasador, con secar el mundo. Corría el año 2010, la pequeña edad de hielo se acercaba a su fin. Comenzaba un tiempo de sequía.


Anduve kilómetros de líneas con sus respectivas letras buscando un asidero en el que agarrar mis manos. Me olvidé de pensar, sentir y también de dormir. Los médicos no sabían. Yo tampoco. Decidí aprender.



Cuando la vida apremia la filosofía se retira. Y la literatura. Si el cuerpo no funciona la mente no fluye. Y, sin embargo, tuve que aprender que lo más básico a veces es lo más importante.


Me dejé caer porque no vi la manera de subir y no pensé que fuera elegante escribir sobre algo tan poco mágico como la más estricta y material supervivencia.


Tras la desaparición de los primeros hielos vino la retirada de las nubes. La lluvia dejó de mojar y el hambre y la sed se hicieron endémicas. Busqué respuestas y encontré preguntas. Las noches se hicieron días y los ojos encendidos aprendieron a leer en las líneas de la evidencia científica más oculta. Ciencia para tiempos de sequía, ensayo y error para sanar.


Un buen día empecé a escribir y para mi sorpresa lo hice de una manera ordenada. El desierto que nació del hielo resultó ser bastante más templado y razonable de lo esperado. El mundo de repente se volvió lógico, racional y coherente. Demasiada coherencia para un lugar como este.


Quise un día sentir sin respirar. Pero la respiración es condición indispensable para el pensamiento y, lo intuyo, también para el sentimiento.


Hoy, en este invierno frío busco el sol para que me ayude a recorrer al menos un tramo de este abismo que ahora noto entre emociones y razón. Y aquí estoy de nuevo añorando algo de lo que hubo en aquellos tiempos de frío y mojado hielo.