28 enero 2007

Hielo desordenado

A veces en las calles de las ciudades se rompe una tubería y de repente todo se llena de agua. En otras ocasiones por un minúsculo agujerito sale el líquido contenido en una cantimplora.

Tan pronto como tiene ocasión de hacerlo el agua fluye y se esparce en desorden líquido porque ¿qué es acaso el agua sino hielo desordenado?

La nieve permanece aparentemente estable en lo alto de las montañas, pero tan pronto como aumenta la temperatura pierde su compostura.

El frío es orden, el calor desorden. La tensión es orden, la relajación desorden. El orden tiende siempre al desorden, igual que la nieve tiende al deshielo.

Dice la segunda ley de la termodinámica algo así como que todo tiende a la entropía. Yo también tiendo al desorden.

Primero fueron las neuronas y los sentidos. Luego el cuerpo, el mundo material se desheló a mi paso, o quizás fui yo descongelada la que comencé a percibirlo de otro modo. Después de tanto tiempo en el frío olvidé la fuerza de ese intenso fluir y me perdí.

Ahora en mitad del caos busco el cosmos. Convertida en agua fluyo buscando el orden imposible. Condenso el vapor de agua de mis moléculas para ordenar la porción de mundo material que habito. Escribo y percibo en mis dedos calor de hielo desordenado.