Durante este tiempo mis neuronas anduvieron ocupadas dibujando conexiones lógicas entre fragmentos de expedientes de mi mundo laboral, las manos sobre teclas llenas de números y las horas ociosas llenas de muebles que transportar, montar, limpiar...
Acostumbrada a un tiempo de lógicas materiales este nuevo pensamiento líquido me resulta raro. Siento las manos torpes desconectadas de la materia mojada que ahora llena el interior de mi cabeza. Y sin embargo... no dejo de fluir, de sentir... y de algún modo logro enlazar ese líquido frío con mis dedos obligados como bailarines malditos a bailar, aún a su pesar.
Manda en mi mundo mi yo racional, el mismo que no puede evitar el fluir de mi otro yo que crece y se expande caótico, lento, grueso, irregular y extraño en forma de líquido pensamiento cargado de emociones.
Tratando de poner puertas al mar contenido en mi cabeza tropiezo con restos de imágenes que deseo olvidar y otras que deseo recordar. Me esfuerzo por fijar uno sólo de esos pensamientos, atrapar su esencia y quizás así entender. Entre todas las opciones posibles me quedo enganchada a la decepción por los sueños abandonados.
Me dejo ir, cansada, mientras noto como todo se oscurece a mi alredeor. Pienso, no puedo evitar hacerlo. El espacio negro se llena de todos los restos de pensamientos abandonados y al fin la noche, mi noche, se convierte en descanso.
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