
Con cemento y mis manos pongo ladrillos. Y dejo de escribir. Me apresuro a mezclar el yeso con los dedos mientras cae la noche.
Aúllan lobos cuando apago los ojos encendidos durante horas. Me despierto y huelo, corro… pero permanezco quieta. No escribo.
Sólo sé escribir sobre lo que siento. Los ladrillos no son sentimientos.
Roban los lobos mis sueños y yo no me despierto. A veces, aún sin desearlo, duermo. No sé escribir con los ojos dormidos. No escribo.
Ahora decido escribir. Aún no terminé de poner ladrillos. Volveré a manchar mis manos de gris de cemento y blanco de yeso. Escribo.
El calor me sorprende con polvo de mortero amarillo en mi respiración y descubro que me olvidé del hielo. El entorno es polvoriento y cálido. Busco un poco de orden frío.
Limpio el polvo de mis letras negras. Las pinto de azul. Escribo, hoy, otra vez.
Con mis manos y teclas pongo letras. Y escribo. Me apresuro a mezclar las comas y los puntos con los dedos mientras cae la tarde.
Aúllan lobos cuando apago los ojos encendidos durante horas. Me despierto y huelo, corro… pero permanezco quieta. No escribo.
Sólo sé escribir sobre lo que siento. Los ladrillos no son sentimientos.
Roban los lobos mis sueños y yo no me despierto. A veces, aún sin desearlo, duermo. No sé escribir con los ojos dormidos. No escribo.
Ahora decido escribir. Aún no terminé de poner ladrillos. Volveré a manchar mis manos de gris de cemento y blanco de yeso. Escribo.
El calor me sorprende con polvo de mortero amarillo en mi respiración y descubro que me olvidé del hielo. El entorno es polvoriento y cálido. Busco un poco de orden frío.
Limpio el polvo de mis letras negras. Las pinto de azul. Escribo, hoy, otra vez.
Con mis manos y teclas pongo letras. Y escribo. Me apresuro a mezclar las comas y los puntos con los dedos mientras cae la tarde.